No todo el mundo
reside en los cascos urbanos de los pueblos o ciudades que son cabecera de un
término municipal. Unas 6.500 personas viven en uno de los 136 barrios, aldeas
o pedanías de la provincia. Además, 1.700 lo hacen en lo que se denomina
diseminados, es decir, masías, torres, chalets, casas de campo, etc., que bien
pueden formar parte de un pueblo o ciudad, o de uno de sus barrios. Ambas
categorías por tanto pueden solaparse, por ejemplo, los 16 habitantes del
barrio Los Tarragones, de Olba, residen en diseminado.
Según se desprende del
Nomenclátor del Instituto Nacional de Estadística, cuando empezó el siglo, el 1
de enero de 2001, 6.504 turolenses estaban empadronados en barrios, 101 menos que en el
último censo correspondiente al mismo día de 2016. Algunos son minúsculos
demográficamente hablando, de hecho en 15 no hay ningún habitante censado. Y seguramente en muchos más, aunque haya alguno, no reside nadie.
Los barrios
históricos, los más populosos
En los albores del
siglo XXI, los cuatro barrios más populosos de la provincia eran de tipo
histórico, es decir, no son antiguos Ayuntamientos que fueron agregados a otro más
próspero. El mayor, Puigmoreno con 376 censados, nació en la posguerra como un
poblado de colonización, junto a Valmuel, en el término de Alcañiz. El segundo,
La Estación, de la Puebla de Híjar (370), surgió y creció gracias al
ferrocarril. Y los dos siguientes, Villaspesa (366) y San Blas (268), han sido
siempre aldeas de Teruel capital, junto a la desparecida Gasconilla. El quinto,
El Poyo del Cid, sí es un antiguo pueblo, fue anexionado a Calamocha en los
años 70 del siglo XX.
San Blas y Villaspesa
han aumentado considerablemente su vecindario este siglo, gracias a distintas
promociones inmobiliarias, desplazando como los más populosos a Puigmoreno y La
Estación, con 629 y 573 vecinos, cifras ya considerables si tenemos en cuenta
el tamaño de los municipios turolenses. El primero está más poblado que
Ayuntamientos como Fuentes Claras, Beceite, y Orihuela del Tremedal, y el
segundo supera a Cedrillas, por citar algunos.
Tanto Puigmoreno como
La Estación ven mermados sus recursos humanos, y pasan a ocupar los puestos
tercero y cuarto. Lo mismo le ocurre a El Poyo del Cid, como a la mayoría de
los once ex-municipios que ahora son pedanías de Calamocha, y cede el quinto
puesto a Castralvo, otro antiguo pueblo, éste de la capital.
Bien Teruel, mal Ojos
Negros, Alcañiz y Calamocha
En general, los barrio
de Teruel ciudad han evolucionado positivamente; San Blas, Villaspesa y
Castralvo son los que más han aumentado el censo, y Tortajada es el quinto tras
Los Cerezos, de Manzanera.
El peor parado es
Sierra Menera, de Ojos Negros, que cede 64 habitantes, después Valmuel y siguen cinco pedanías
calamochinas: El Poyo, Lechago, Luco de Jiloca, Cutanda y Navarrete del Río.
Como algunos barrios
son muy pequeños, los aumentos porcentuales de población pueden ser
espectaculares. Seis en los que no había inscrita ninguna persona al comenzar
el siglo, hoy tienen vecinos censados, el que más Los Lucas (Olba), con nueve
habitantes, y a continuación Caballero (San Agustín), con cinco. Estas dos localidades
son, con diferencia, las que más pedanías tienen de la provincia, todas
minúsculas, especialmente en San Agustín.
Entre los antiguos
municipios que parecían prácticamente desparecidos, Armillas (hoy dependiente
de Vivel del Río Martín) pasa de dos a nueve vecinos. Pero apenas 33 barrios
han crecido entre 2001 y 2016.
Diseminados: la
mayoría vacíos o muy poco poblados
De la población que reside oficialmente en diseminados, llama la atención Teruel capital; en 2001 eran 13
censados, y en 2016 nada menos que 631, a los que habría que añadir algunos más
en los diseminados de sus pedanías. Muy lejos se sitúa Alcañiz, 129, 19 más que
al comienzo del siglo, y Albarracín dobla y más los habitantes de estos
pequeños núcleos, pues pasan de 36 a 76. Casi lo contrario que en Albalate del
Arzobispo, de 108 se recuden a solo 65.
Naca menos que 217
diseminados recoge el nomenclátor, pero en 66 no vive, mejor dicho, no hay
censado nadie, y solo en 54 diez o más personas. Los hay que no existían
oficialmente en 2001, como los de Cretas o Castralvo (Teruel), ahora con 22 y
20 vecinos oficialmente. En otros lugares como Beceite y Santa Eulalia, los
había en 2001 pero con cero pobladores, y ahora cuentan con 17 y 14,
respectivamente.
Que penica, como se pierden los pueblos.
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