lunes, 29 de octubre de 2018

¡LA CARRETERA DE CUENCA VA POR DONDE NO DEBE!


El Turia y la N-330/N-420 a su paso por Libros (foto: David Domingo)   

“… Alcanzará mayor inclinación al sur, atraviesa terrenos más secos y menos acueductos, se podrá situar a mayor distancia del río, a donde nunca han llegado sus mayores crecidas, no encontrará las grandes rocas, será más llana porque así lo permite el terreno, y más corta si es que el Sr. Eced cree como nosotros que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos”.
Estas eran las algunas de razones que en un lejano 1885 argumentaban los defensores de que la incipiente carretera de Cuenca discurriese a la izquierda del río entre Villel y Libros, y no a la derecha como finalmente se hizo. El tal señor Eced, don Vicente, era un terrateniente de la zona a quien acusaban de ser autor del proyecto, pues se da la circunstancia de que trabajaba en la Jefatura de Carreteras.
El texto pertenece a una carta publicada en “El Ferro-Carril” por el anónimo corresponsal de Villel, quien asegura:
 “Don Vicente Eced es uno de los primeros propietarios en el término municipal de Villel, y sus riquísimas posesiones están enmarcadas en la margen derecha del Turia, por donde quiere que se abra la carretera para llevarla derechita a estas y otras no menores de su familia, con el único fin sin duda de darles buen camino y asegurar con la carretera muchos puntos falsos que tienen los acueductos por donde a las mismas se da el riego”.
Para el portavoz de “El Ferro-carril”, tanto al Estado como a los pueblos situados a la izquierda del río, entre los que cita Cascante, Cubla, Valacloche, Camarena, Riodeva y también Libros, “interesa muy mucho que la carretera  se abra por la izquierda y no por la derecha del Turia”, y asegura que en las anteriores comisiones que han estudiado el terreno entre las que figuraron “personas muy competentes”, era opinión común que era más económico hacer la carretera a la parte izquierda del río.
Esto se publicó el 18 de noviembre, al día siguiente respondía “Diario de Teruel”, que basaba su defensa en que “El Ferro-Carril y su anónimo corresponsal han sido mal informados en esta cuestión, el señor Eced podrá estar encargado de tomar los datos para la redacción del proyecto, pero el trazado ha sido previamente determinado por el señor ingeniero jefe de la provincia, el cual ni tiene propiedades ni medieros en Villel ni en Libros”. Se reservan el derecho a contestar más ampliamente “cuando nos enteremos mejor del asunto”… pero ya no vuelven a hablar del tema.


Problemas con las rocas en la carretera (foto obtenida en Facebook)

Un poco de historia


“Por una Real reciente se dispone que inmediatamente y sin levantar mano, se hagan los estudios de una carretera que nos ponga en comunicación con Cuenca”, leemos en el periódico “Turia” del 21 de diciembre de 1856. “Si esta disposición se lleva a cabo, como suponemos, con la actividad que en la misma se manifiesta y las circunstancias reclaman, podrán emplearse miles de brazos en las obras, y ser más llevadera la carestía para los que solo cuentan con un jornal para su mantenimiento”.
Las primeras referencias de la carretera de Cuenca a Teruel se remontan, pues, a hace más de 160 años;posteriormente pasó a denominarse carretera de Tarancón a Teruel, y por último, conforme a la nomenclatura establecida en el denominado “Plan Peña” (1939-1941)recibió la letra y los tres número que la identifica hoy:N-420 (Córdoba-Tarragona), que en el ese tramo de Teruel coincide con la N-330 (Alicante-Francia).
La construcción se hacía por “trozos”, lo que hoy denominaríamos fases o tramos, y eran independientes los de Cuenca y Teruel. En nuestra provincia fueron seis, el primero hasta Villastar. No tengo constancia de en qué fecha se adjudicó o realizó, pero pudo ser cuando se hizo “el puente sobre el Turia, llamado de San Francisco, en la carretera de primer orden de Cuenca a Teruel”, pues es donde arranca; la subasta de las obras se anuncia para el día de San Fermín -7 de julio- de 1863.
Hubo estudios de trazado que no sirvieron, pues parece que se produjo un parón hasta los años 80 del siglo XIX. “La Crónica” el 2 de junio de 1882, a la par que anuncia que -ya con el nombre de carretera de Teruel a Tarancón- “por su importancia y enlace que establece es considerada como de primer orden”, nos cuenta cómo estaba el proyecto:
“Hace muchos año empezó su construcción, se terminó un trozo que enlaza esta ciudad con Villastar, después de no pocos años empezó otro desde Villastar a Villel, sabemos que los estudios de los trozos que faltan están sin hacer (...), y reivindica su necesidad para crear empleo, especialmente en Libros, pues sus vecinos “han quedado completamente arruinados a consecuencia de la última inundación y pedrisco”.
Los dos trozos de la discordia, tercero y cuarto, se adjudicaron simultáneamente, en subasta celebrada el 10 de mayo de 1887, y la carretera fue por el lugar que conocemos. Los dos últimos de la provincia, quinto y sexto, se adjudicaron a un tal Marcelino Estevan el 10 de abril de 1889.
Hubo un último problema para culminar un trazado que apenas ha variado desde entonces. La subasta para la construcción del puente sobre la rambla “la Chartera”, en Villel; quedo desierta en dos ocasiones, hasta que en 1902 se decidió hacerlo por adjudicación directa.
El 21 de diciembre de 1856, "El Turia" publicaba esta noticia. Tardó más de 20 años en construirse.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Pueblos de Teruel (1940-2017): los reyes de la despoblación…. y los (poquísimos) que se salvan de la quema



     Solo cinco municipios de los 236 que configuran nuestra provincia  tienen más población hoy que cuando terminó la guerra civil: Andorra y Teruel han duplicado y más su vecindario, Utrillas y Alcañiz casi lo han hecho, y Escucha presume de algunos vecinos suplementarios, si bien esta última localidad se encuentra en franco declive. Pérdidas de poca cuantía, de menos del 10%, se dan en Alcorisa y Calanda.
     Los 229 municipios restantes son otra historia: en el periodo 1940-2017 han perdido al menos un 20% de su población, que en el caso de 27 pueblos supera el 90%. Además, 82 han menguado entre un 80 y 90%. Apenas 21 municipios “se conforman” con perder “solo” menos de la mitad de su vecindario (el 50%) desde el 1 de enero de 1940. Son, a considerable distancia de Alcorisa y Calanda y de menor a mayor reducción porcentual: Valderrobres, Albarracín, Monreal del Campo, Cella, Villastar, Mora de Rubielos, Cedrillas, Mas de las Matas, Sarrión, Cuevas de Almudén, Ariño, Martín del Río, Villarquemado, La Mata de los Olmos, Calamocha, Montalbán, Celadas, Griegos y Guadalaviar.

Obón: queda un vecino por cada 20 que había en 1940

     El caso más extremo es Obón, que ha pasado de 1.107 a 44 censados (-96,03%), es decir, de cada 20 con que contaba en los albores del franquismo, solo queda uno. Saldón de 490 a 26, Alcaine de 909 a 62, Huesca del Común de 915 a 67… Además de Obón, cuatro de estos 27 vapuleados pueblos que ven reducida su población a menos de una décima parte, superaban el millar de hombres y mujeres en 1940 Loscos (1.480), Libros (1.278), Puertomingalvo (1.181) y Blesa (1.081). Hoy tienen, respectivamente, 139, 103, 117 y 97.
     Si hablamos de cifras absolutas y no de porcentajes, lidera las pérdidas Calamocha, con 3.775 vecinos menos en la actualidad que tras la guerra civil, teniendo en cuenta que en 1971 absorbió a diez pueblos del entorno. Le siguen Castellote (3.012) y Albalate del Arzobispo (2.398), y también han perdido más de un millar de vecinos, en orden decreciente, Híjar, Santa Eulalia, Samper de Calanda, Oliete, Mosqueruela, La Puebla de Híjar, Manzanera, Ojos Negros, La Puebla de Valverde, Loscos, Muniesa, Caminreal, Báguena, Olba, Cella, Aguaviva, Alloza, Libros, Aliaga, Alcalá de la Selva, Bello, San Agustín, Villarluengo, Montalbán, Torrijo del Campo, Monreal del Campo, Calaceite, Burbáguena, Obón, Fuentes Claras, Castelserás y Valdealgorfa.
     La mayoría de estos pueblos ya habían entrado en declive, generalmente en 1910, que es cuando la provincia tocó su techo demográfico si nos atenemos a los censos decenales, con 265.908 habitantes. Pero lo hicieron en caída libre especialmente en la década de 1960, y algo menos en la anterior y posterior.
     La ganancia absoluta de habitantes de Teruel capital supera a los otros cuatro municipios que no se han visto afectados por la crisis demográfica juntos, 18.938 habitantes suplementarios sobre los 16.546 con que contaba tras la última contienda civil. Alcañiz gana 7.246 vecinos, Andorra 4.604, Utrillas 1.502 y Escucha 95. Salcedillo es el único municipio, entre el resto, que pierde menos de cien vecinos, 95; claro que pasa de 108 en 1940 a 17 en 2017. Y llegó a alcanzar un mínimo de siete habitantes en 2000, marca que mantuvo varios años y le situaba como el municipio menos poblado de España.

Las localidades más populosas: mal, pero no tanto, salvo excepciones

     Termino con un repaso a las localidades más importantes (las que hoy superan hoy el millar de habitantes). Teniendo en cuenta que el descenso provincial ha sido del 44,80%, veamos de mayor a menor cuáles han sido sus pérdidas. Santa Eulalia se descuelga con una importante merma del 64%, al pasar de 2.887 a 1.033 vecinos.
Otros tres municipios pierden más de la mitad de su masa humana: Albalate del Arzobispo de 4.367 a 1.978 (-54,71%), Híjar de 3.688 a 1.697 (-53,99%), y Calaceite de 2.134 a 1.038 (-51,36%).
     Los descensos de Montalbán (46,96%) y Calamocha (46,44%) también sobrepasan la media provincial, siendo más atenuados en los demás municipios: Sarrión (42,54%), Mas de las Matas (39,72%), Mora de Rubielos (36,42%), Cella (31,14%), Monreal del Campo (30,73%), Albarracín (25,56%), Valderrobres (20,18%), Calanda (-6,39%) y Alcorisa (3,38%).
     De los once pueblos que porcentualmente menos habitantes pierden de la provincia, nueve son los últimos citados; entre ellos se intercalan Cedrillas (39,62%) y Villastar (33,82%).
    Un último dato: si hoy son 19 los municipios que superan el millar de vecinos en la provincia de Teruel, en 1940 sumaban 77.

martes, 11 de septiembre de 2018

Soria y Teruel, las provincias más castigadas por la despoblación desde el fin de la guerra civil



     Acabada la última guerra civil (1936-1939), la provincia de Teruel tenía censados 223.064 habitantes; llegó el régimen franquista y con él la generación del “baby boom”, pero también los “polos de desarrollo”. Y mientras España no paraba de crecer, Teruel, junto a otras desdichadas compañeras del interior, perdía más y más población.
     Murió el generalísimo en noviembre de 1975, y nuestro país estrenó una nueva era, la de la Monarquía Constitucional. España había pasado de algo más de 26 a casi 36 millones de habitantes; la población se había incrementado en un muy considerable 38%.

A Teruel el “baby boom” no se sirvió para nada

     Mientras con Franco algunas provincias registraban crecimientos monstruosos, otras perdían población; Teruel pasó de los citados 232.064 vecinos a 163.879, 68.185 menos, una caída en tanto por ciento del 29,38%. Es decir, de cada cien domiciliados en la provincia a 1 de enero de 1940, casi 30 habían desparecido en el censo de la misma fecha de 1976.
     Peor parados que Teruel salieron tres territorios: la merma en Guadalajara fue del 29,61%, como en Cuenca, y en Soria del 31,60%. En total, de las 52 provincias españolas (considerando como tales Ceuta y Melilla), 21 habían visto reducidos sus recursos humanos entre el primer censo realizado tras la guerra y el primero de la democracia.
     Mientras, cinco doblaban y más su población: Madrid, Barcelona, Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, es decir, las que albergan las dos mayores ciudades y el País Vasco. Los incrementos oscilaron entre el 168,69% de Madrid y el 100,36% de Guipúzcoa.

Democracia: Panorama malo, pero algo atenuado

     Han pasado 42 años con el actual régimen y la evolución demográfica es similar, pero se atenúan las enormes diferencias que había entre las provincias que más población obtienen y las que más pierden. España ha ganado casi 11 millones de habitantes, frente a casi 10 en los 36 años transcurridos entre 1940 y 1976; más en cifras absolutas, pero menos en porcentaje, el 29,89 y el 38,17%, respectivamente.
     Las provincias que pierden población se reducen de 21 a 17.
     Teruel no es la cuarta, sino la quinta más perjudicada (demográficamente hablando), con una caída del 18,32%. Pero las tres que la precedían tras el franquismo, han corrido mejor suerte en el recuento de la democracia: Soria pasa de ser la peor parada a ocupar el sexto puesto, justo detrás de nosotros (-17,90%); Cuenca baja al noveno lugar, y Guadalajara -algo similar pero en menor medida sucede en Melilla, Toledo y Albacete-, crece espectacularmente un 76% y logra salir de la España en regresión. En los años de monarquía constitucional, les ha ido peor que a los turolenses en Ávila, Lugo, Zamora y sobre todo en Orense (-28,77%).
     Ninguna provincia dobla su población, como durante la dictadura, casi lo hace Baleares (95,58%), y se siguen a más de quince puntos Almería, Alicante, Las Palmas y Málaga. Madrid, y sobre todo Barcelona, moderan su crecimiento.

1940-2018: 17 hermanas pobres y solo Soria más que Teruel

     Y sumando todo, desde el final de la guerra civil hasta la actualidad (1940-2018), España en conjunto pasó de 26.915.907 a 46.659.302 habitantes, un notable incremento porcentual del 79,35%. Pero en Teruel, las cosas han sido muy distintas; la población se ha reducido de 232.064 censados en 1940 a 133.861 en 2918, su cifra más baja de la historia, y que supone un recorte del 42,32%; 42 de cada 100 residentes en la provincia la han abandonado desde 1940.
     Solo Soria presenta un panorama más desolador, pues la caída es del 43,84%. Tras Teruel, pierden al menos la cuarta parte de su población Zamora (42,32%), Cuenca (39,80%), Lugo (35,35%), Orense (32,49%), Ávila (31,76%) y Palencia (25,47%),
     Son 17 las provincias que se han despoblado en los últimos 78 años, aunque para algunas se abre un rayo de esperanza, pues aunque estén con números rojos por sus malos resultados durante el franquismo, la evolución bajo la monarquía ha sido positiva, Ciudad Real, Huesca, y con un anecdótico aumento del 0,004% Badajoz (28 habitantes más en 2018 que en 1976).
     Al otro extremo, gracias en especial al centralismo franquista, Madrid pasa de 1.579.793 habitantes (Barcelona tenía más) en 1940 a 4.970.186 en el último recuento, un crecimiento del 314,61%. Superan el 200% Las Palmas y Alicante, y el 185% Santa Cruz de Tenerife, Álava, Baleares y Barcelona (185,44%).
     En resumen: tan solo los sorianos pueden mirarnos por encima del hombro y asegurarnos, “nosotros somos los reyes de la despoblación”. ¡Triste consuelo!

domingo, 15 de julio de 2018

Junio de 2018 fue un mes fresquito en toda provincia, tras los registros récord del año pasado


    
Tras el tórrido y extremadamente seco mes junio de 2017, el de este año ha sido fresquito y seco, pero no tanto. En los seis observatorios de la provincia (Teruel, Albarracín, Alcañiz, Calamocha, Montalbán y Valderrobres) cuyas mediciones son objeto de esta comparación, la temperatura media del mes ha estado por debajo de la media del periodo 2005-2018, con un máximo de 0,83 grados menos en Albarracín y un mínimo de 0,33 en Alcañiz.

     Todas las estaciones meteorológicas registraron la temperatura media más alta de un mes de junio el pasado 2017, salvo en Albarracín, donde se dio en 2012. Hay que precisar que en esta ciudad faltan las mediciones de 2008 y 2009 en temperaturas y las de 2013 en precipitaciones, y en Montalbán la serie se inicia en 2008 y no en 2005 como en el resto.



Alcañiz, el junio más cálido; Albarracín, el más fresquito



     La temperatura más alta del mes fue de 35,2 grados el 25 en la capital, y la más baja de las máximas de 31,9 en Albarracín el mismo día. El récord del mes de junio durante los últimos 14 años lo ostenta Alcañiz, el 28 del 2012 con 39,2ºC.; en el extremo opuesto en Albarracín marcan el tope los 28 grados del 25 de julio de 2007.

     Respecto a las mínimas, la más baja del mes pasado osciló entre los 5,9 grados en Albarracín y los 10,4 de Alcañiz, única estación donde el mercurio nunca descendió de los diez grados. El récord del mes se dio, cómo no, el Albarracín, el año 2006, en que durante varios días los termómetros marcaron cero grados. Por el contrario, en Alcañiz el 9 de junio de 2012 la mínima del mes fue de 11,6.

     Atendiendo las temperaturas medias absolutas del mes en este periodo de 14 años, con las excepciones señaladas, podemos decir que junio es de más a menos cálido en: Alcañiz, Valderrobres, Teruel, Calamocha, Montalbán y Albarracín.



Mes poco lluvioso, pero menos seco que el de otros años



     Calamocha fue el municipio donde más llovió, con 59,2 litros a lo largo de junio pasado, de los que 37,2 se recogieron el día 1, cifra que por sí sola supera a la mensual del resto de las estaciones salvo la de Albarracín, con 38,4 l/m2. La menor pluviometría fue para Alcañiz, 21,2 litros.

     También Calamocha y Albarracín, tienen los récords de mayor cantidad recogida en el sexto mes del año, con 126,4 litros (2006) y 120,2 (2010), respectivamente. El junio más seco fue el del año pasado en Montalbán, con apenas 1,4 litros; en 2017 se marcaron las pluviometrías más baja en todas las estaciones salvo en Valderrobres, donde fue en 2012.

     Es la localidad del Matarraña la que tiene el mayor registro diario de lluvia, el 10 de junio de 2013, con 54,4 litros, aunque también en Calamocha y Albarracín se han alcanzado o superado los 50 litros por metro cuadrado en un día de junio.

     A temor de los registros mensuales de lluvias, de la más húmeda a la más seca el orden de las estaciones es: Albarracín, Calamocha, Teruel, Montalbán, Valderrobres y Alcañiz.

miércoles, 20 de junio de 2018

Los extranjeros, pieza clave para el desarrollo demográfico de la provincia



Sin residentes extranjeros la provincia de Teruel tendría, a 1 de enero de 2018, apenas 121.028 habitantes, y no 134.490, según el INE (Instituto Nacional de Estadística). Sin ellos, Teruel habría perdido población de forma continuada, año tras año, faltando el repunte que truncó la crisis, entre 2001 y 2009, y que hizo albergar esperanzas sobre el futuro demográfico de la provincia.

El techo demográfico del S. XXI fue de 146.751 habitantes ese 2009, de los cuáles 18.369 eran de nacionalidad no española. Desde entonces, Teruel no ha dejado de perder efectivos humanos, no solo por la merma de los residentes nacionales que es imparable, sino por que emigran más extranjeros de los que vienen.

En 1998, primer año de la serie estadística que refleja el gráfico, la población de otras nacionalidades era anecdótica, apenas 611 personas: 128 marroquíes, 70 franceses, 41 dominicanos, 40 pakistaníes, 38 portugueses, 23 yugoslavos, 19 de Reino Unido y Brasil, 13 de Alemania y Argelina… apenas cuatro rumanos, que hoy constituyen un colectivo con 5.261 ciudadanos, los más numerosos seguido de marroquíes, 4.274.

Estos dos grupos acaparan el grueso de la población no española; a continuación los más representados proceden de Polonia, Colombia, Pakistán, Bulgaria, Brasil, República Dominicana, Ucrania, China, Reino Unido, Portugal, Argelia, Italia, Perú, Cuba y Argentina; ordenados de mayor a menor y unas cifras que oscilan entre los 295 de Polonia y 105 de Argentina.



Pequeño repunte… entre los extranjeros



Tras cinco años de caídas, en 2018 se aprecia un ligero aumento de la población extranjera –pero no compensa ni de lejos el descenso de la nacional-  que con 13.462 individuos recupera la cota del 10% sobre el total del censo, cota perdida el año pasado (9,9%). Quiere decir que de cada diez empadronados en la provincia, uno no es de nacionalidad española. La máxima proporción se alcanzó en 2009, cuando representaban un 12,5% del total, superando el 12% hasta 2013.

134.490 habitantes, aunque hay que precisar que los datos de 2018 son provisionales, es el mínimo absoluto que registra la provincia desde los primeros censos de mediados del siglo XIX. Por segundo año consecutivo se rebaja el anterior de 2001, con 136.233; de momento la presunta recuperación económica no acompaña a la demográfica.


miércoles, 16 de mayo de 2018

En 75 años, Teruel ha pasado de ser la séptima provincia con menos nacimientos a la penúltima



     Entre el año 1941 –el de quienes este 2018 cumplen 77- y junio de 2017 se han registrado en la provincia 172.781 nacimientos, cifra solo superior a la de Soria, a pesar de que en dicho 1941 eran seis las que tenían menor número de alumbramientos que Teruel. Una muestra más del declive demográfico de la provincia, iniciado hacia los años 20 del siglo pasado pero agudizado tras la guerra civil.
     Los 172.781 nacimientos contabilizados en Teruel por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en estos 75 años y medio suponen el 0,42% de los 41.096.714 acontecidos en el conjunto de España; para entendernos, cuatro de cada mil españolitos de 77 años o menos (sin contar los bebés nacidos tras el 1 de julio del pasado 2017) vieron la luz en territorio turolense. Eran siete de cada mil (0,72%) en aquel lejano 1941, y quedan reducidos a dos (0,23%) en el último recuento, todavía provisional, del primer semestre de 2017.

 1945, el año con más nacimientos; 2002, el que menos

     La quinta más numerosa es la de 1945, con 5.006 nacimientos en la provincia; hubo más nuevos turolenses que gerundenses, alcarreños, oscenses, sorianos y alaveses. Las cifras de Ceuta y Melilla no aparecen hasta 1946; y fueron municipios de Cádiz y Málaga, respectivamente, hasta su constitución como ciudades autónomas en 1995.
     Teruel tocó suelo, en lo que a nacimientos se refiere, en 2002, con 883, solo por encima, como en todo el registro, de los sorianos, 652. Como en el resto de España, sigue un aumento propiciado por la inmigración, que vuelve a una curva descendiente a causa de la crisis económica. Preocupante es el dato provisional de 440 nacimientos el primer semestre de 2017, pues de no cambiar la tendencia  el cómputo anual podría rebajar el mínimo histórico de 2002.

Lleida, Girona y Álava, las más beneficiadas


     La evolución de los nacimientos sufrida por la provincia en este largo periodo de 75 años evidencia que Teruel y Soria han sido las más damnificadas en este aspecto y, entre las que en aquel lejano 1941 sacaban menos nuevos ciudadanos al mundo que la nuestra, Girona, Lleida y Álava las más beneficiadas. No hay que olvidar que el régimen franquista prestó especial atención al desarrollo industrial de Cataluña y el País Vasco.
     Álava tenía en 1941 menos de la mitad de nacimientos que Teruel, 2.057 frente a 4.205, Huesca casi mil menos, 3.303, Guadalajara 3.861, Soria 3.868, Lleida 4.017 y Girona 4.165. En 1942 hubo en Lleida más alumbramientos que en Teruel. En el 43 Teruel superó a las mismas seis provincias que dos años antes; y en el 43, Lleida es la primera en desaparecer entre las que registran menos nacimientos en Teruel, lo cual hace Girona en 1950, quedando como las de inferior natalidad, de menor a mayor, Álava, Soria, Huesca, Guadalajara y Teruel.
     También en La Rioja, los años 1944 y 1953, hubo puntualmente menos nacimientos que en Teruel, lo mismo que en Segovia en 1947 y 1953.

Inflexión en 2007: Zamora y Palencia se suman a Soria y Teruel en furgón de cola

     La otra provincia aragonesa, Huesca, a partir de 1961 y hasta la actualidad se pone por encima de Teruel en nacimientos al año, lo que sucede con Álava dos años después. Solo Guadalajara y Soria quedan como provincias con menor natalidad bruta que Teruel al empezar los 60.
     Esta situación se mantiene hasta 1973; en 1972 y desde entonces, Teruel es hasta el año 2007 la segunda provincia con menos nacimientos de España, tras Soria. En dicho 2007 Teruel parece remontar con respecto a dos provincias castellanoleonesas venidas a menos: Zamora y Palencia. Zamora se coloca por debajo de Teruel entre 2007 y 2016, y también Palencia en 2007, 2009, 2010 y 2016. Pero en el recuento provisional del primer semestre de 2017, de nuevo Teruel se ve condenada a la penúltima posición, solo por encima de la inevitable Soria.
     En cuanto a Ceuta y Melilla, donde los registros del INE se remontan a 1946, en la primera ciudad hubo menos nacimientos que en la provincia de Teruel hasta 1997, así como en 2000 y 2013. En Melilla hasta 1991, en 1993 y 1994. Los nacidos en el extranjero, que figuran desde 2013, siempre han superado a quienes lo han hecho en Teruel.


viernes, 23 de marzo de 2018

Migraciones turolenses (1):- Las interiores: Zaragoza crece lo suyo a costa de Teruel.



Zaragoza, Valencia, Barcelona y Castellón son, por este orden, los principales destinos nacionales de quienes emigran de Teruel y, paralelamente, las provincias de donde procede el grueso de los inmigrantes. Curiosamente, Barcelona rompe la norma por arrojar un saldo migratorio positivo, es decir, la gente que viene de aquella provincia supera en número a quienes se van de Teruel para afincarse en la demarcación catalana. Todo lo contrario ocurre con Zaragoza, que entre el 1 de enero de 2008 y el 30 de junio del año pasado ganó casi 3.000 habitantes a costa de las migraciones turolenses, según reflejan los datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística.
En el citado periodo, que abarca desde el primer trimestre de 2008, año en que se hizo patente con toda su crudeza la crisis económica, hasta el mismo periodo de año pasado, se fueron de Teruel 34.434 personas, y vinieron 27.827, con lo que la provincia perdió 6.607 habitantes por culpa de los movimientos migratorios.
De los 34.434 que se fueron, 25.523 lo hicieron dentro del propio país, a otras provincias; todas, incluidas las ciudades autónomas africanas, recibieron a algún nuevo ciudadano procedente de nuestra provincia; el rango se mueve entre los 7.478 de Zaragoza y los siete de Ceuta.
Las provincias limítrofes junto a la capital del reino conforman los destinos favoritos de quienes nos dejan: Zaragoza, Valencia, Barcelona, Castellón, Madrid, Tarragona, Alicante Huesca Murcia y Lleida son los diez preferentes. Zaragoza, con 7.476, suma más que entre Valencia (3.824) y Barcelona (3.054) juntos, los dos destinos tradicionales de la diáspora turolense hasta la llegada del estado de las autonomías.
También Castellón y Madrid superan el millar de emigrantes, y tras Lleida se ubican en orden decreciente Navarra, Guadalajara, Baleares, Almería, Sevilla, Málaga, Girona, Asturias, La Rioja y Las Palmas. Al otro extremo, con menos de cincuenta “turolenses”, están Ourense, Salamanca, Valladolid, Palencia, Ávila, Segovia, Melilla, Zamora y Ceuta.
Los principales lugares de donde vienen los inmigrantes nacionales casi coinciden con los destinos de quienes se van: Zaragoza, Valencia, Barcelona, Castellón, Tarragona, Madrid, Alicante, Huesca, Guadalajara y Murcia. Ceuta es también donde menos turolenses llegaron, pero varía el orden de las demarcaciones que van a continuación: Ourense, Zamora, Palencia, Salamanca, Melilla, Álava, Ávila, y Segovia. Como vemos, predominan las provincias de Castilla y León.
El saldo migratorio dentro de España en estos casi diez años es de 6.130 habitantes menos, Casi la tercera parte se registra con los intercambios con Zaragoza (-2.911). Muy lejos y con una pérdida de algo más de 500 ciudadanos están Valencia y Castellón, y superan el centenar en Madrid, Murcia, Navarra, Alicante y Huesca.
El saldo migratorio solo es positivo con siete provincias, la sorprendente Barcelona (73), y a distancia Cádiz (27) Badajoz (12), Zamora (9), Melilla (9), Jaén (7), Segovia (6) y Valladolid (1). Equilibrio con Ávila, a donde emigraron 33 “turolenses”, la misma cifra de los que vinieron de allí.

Migraciones turolenses (y 2):- Las exteriores: Los marroquíes ganan terreno a los rumanos,




Las tres cuartas partes de los extranjeros afincados en la provincia son de nacionalidad rumana (5.381) o marroquí (4.176), datos a 1 enero de 2007 del Instituto Aragonés de Estadística. Siguen, muy lejos, Polonia (475), Pakistán (333), Colombia (305), Bulgaria (216), República Dominicana (211), Brasil (174) y Ucrania (170).
Entre el 1 de enero de 2008 y 30 junio de 2017, y volvemos a las cifras del INE, se afincaron en la provincia 8.534 ciudadanos procedentes de otros países, y emigraron 9.001, lo que supone una pérdida de 477, especialmente a causa de los malos datos de 2008, con un saldo negativo de 1.162 el primer semestre y de 462 el segundo. El balance pasó a ser positivo alcanzando su máximo en el segundo semestre de 2014, con una ganancia de 405 habitantes, pero en los tres últimos recuentos seismesinos la provincia ha vuelto a los números rojos.
El problema de la estadística del INE es que facilita la nacionalidad de inmigrantes e emigrantes, pero no los países de origen o destino. Hay que pensar que la gran mayoría van o vienen de su lugar natal, pero nos quedamos sin saber, por ejemplo, a dónde han ido los 824 españoles que emigraron durante los nueve años y medio objeto de estudio, o de dónde vinieron los 406 que regresaron a la provincia turolense.
Rumanía lidera, con mucho, el país de quienes han emigrado desde Teruel, 3.914 personas con esa nacionalidad. Seguida de Marruecos con 1.189. Pero las tornas cambian si hablamos de inmigrantes, 2.154 marroquíes y 2.120 rumanos. Es decir, en este periodo Teruel ha perdido 1.794 rumanos y ha ganado 965 marroquíes.
Entre quienes se han ido al extranjero, tras las nacionalidades rumana y marroquí sigue la española, con los citados 824, y a continuación las correspondientes a Polonia (543), Colombia (440), Portugal (354), Brasil (249), también superan el centenar de emigrantes, en orden decreciente, pakistaníes, argentinos, búlgaros, ecuatorianos, argelinos y peruanos.
Pasemos a los que vienen del extranjero. Tras los más de 2.000 de Marruecos y Rumanía que hemos citado, figuran los nacionales de Colombia (616), República Dominicana (408), retornados de España (406), Pakistán (386), Cuba (215), Perú (199), Brasil (185), Polonia (154), Ecuador (121), China (97) y Argentina (96).
La importante pérdida de peso de los rumanos (-1.179) y el notable aumento de los marroquíes (965) marcan los extremos al analizar el saldo vegetativo por nacionalidades.
Tras los rumanos un triste dato: la mayor pérdida corresponde a los españoles, 418 menos, seguida de los de Polonia (-299), Portugal (-272), Brasil (-64), Argentina (-52), Bulgaria (-47) y Argelia (-27)., que también pierden presencia en el panorama demográfico turolense.
Tras lo marroquíes, ganan el mayor peso los dominicanos, 322 más a causa de las migraciones producidas entre el enero de 2008 y junio de 2017. siguen en importancia, con un saldo positivo de al menos veinte unidades, pakistaníes (230), colombianos (176), cubanos (168), peruanos (96), chinos (71), venezolanos (49), de Reino Unido (42), nicaragüenses (29), franceses (24), mexicanos (24), estadounidenses (23), senegaleses (23) y hondureños (20).    


miércoles, 21 de febrero de 2018

TERUEL CIERRA 2017 CON LA MAYOR TASA DE ACCIDENTES LABORALES MORTALES DE ESPAÑA


Un desastre. Eso ha sido para la provincia la accidentabilidad laboral del año pasado, según la estadística que acaba de publicar el Ministerio de Trabajo. En especial por lo que se refiere a los siniestros mortales: nueve, tantos como en cuatrienio 2013-2016. Nefasto dato que nos sitúa con el mayor índice de incidencia de este tipo de accidentes de España, 19,32 fallecidos por cada 100.000 afiliados a la Seguridad Social, cuando la media nacional es de 3,20.
En este cómputo el Ministerio solo tiene en cuenta los producidos “en jornada”, ocho mortales en Teruel, pues el noveno fue “in itinere”, es decir, en el trayecto de casa al trabajo y viceversa. A la provincia le sigue de cerca la de Soria (19,04), y un poco más lejos Lugo (8,31), Zamora (7,13) y Cuenca (6,98).
Para encontrar un registro peor en la provincia hay que remontarse a 2011, con diez fallecidos, siete de ellos en el accidente de helicóptero que se produjo cerca de Villel.
Las nueve personas a las que segó su vida un accidente de trabajo en la provincia el año pasado son tantas como las que fallecieron en Santa Cruz de Tenerife o Badajoz, con la diferencia de que mientras Teruel tuvo, de media, 41.403 afiliados a la Seguridad Social durante 2017, en la demarcación insular eran 309.242, y en la extremeña 179.740.

AUMENTAN LOS ACCIDENTES AL IR O VOLVER DEL TRABAJO

El total de accidentes, dato todavía provisional, fue de 1.464, 25 más que el año anterior; con un aumento de los leves y, como hemos visto, los mortales, y un descenso de los graves, que pasaron de 18 en 2016 a 12.
El alza se centró principalmente en los siniestros “in itinere”, 105 o 15 más; un incremento del 16,7% frente al 0,74 que suponen los diez de aumento en el puesto laboral. Todos fueron leves salvo uno mortal; en 2016 también todos leves salvo uno, en este caso con un herido grave.
Los 1.464 accidentes del año pasado suponen la cifra más alta desde el citado 2011 en que, curiosamente, se registraron exactamente el mismo número de incidencias, aunque hubo más graves, 15, y diez mortales frente a nueve en 2017.


domingo, 11 de febrero de 2018

LOS DESPOBLADOS DE TERUEL, UNA HISTORIA DE HAMBRE, PESTE, GUERRA Y CRISIS (Y II)

 Castillo y ruinas de Pradas, en San Agustín (Javier Solsona)
Testigos de la existencia de aquellos remotos despoblados son sobre todo las ermitas, algunas de gran renombre y predicamento en sus comarcas, y a menudo cuidadas y objeto de peregrinación anual tras la desaparición del pueblo o de sus habitantes. También hay masías, ruinas, restos de muros (la palabra “pardina” procede de “paredes ruinosas”), y hasta castillos o vestigios de éstos, pues hubo aldeas que desaparecieron al perder la fortaleza de la que dependían su valor estratégico.
Esta es una teoría sobre el origen de San Agustín, fundada por que fueron pobladores de Pradas, donde hay ermita y rastros de un castillo. Aunque según otra inmigraron desde La Jaquesa, puesto fronterizo con Valencia, cuyas ruinas todavía existen, y bautizaron el asentamiento con el nombre del santo patrón de su lugar de procedencia. Hay una cierta tradición oral sobre la desaparición de algunas aldeas, pero sin constancia documental.
A falta de restos tangibles, la toponimia puede indicar dónde estuvo alguno de los despoblados desconocidos: fuente y barranco Malezas, monte Abuán, corral de Los Franchones, cantera Peña Calva, sabinar del Villarejo...
Resulta sorprendente el caso de Pelarda, agregado a Olalla (hoy pedanía de Calamocha) en el siglo XIV, pues no solo se conserva un santuario sobre la que debió ser su parroquia, sino que sobrevive su cofradía ya documentada en 1394, la de la “Virgen de la Pelarda”.

Mierla, despoblado de Ojos Negros (Mercedes Rubio, xiloca.org).

 LA POBLACIÓN SE DERRUMBA A CASI LA MITAD EN EL ÚLTIMO SIGLO

Tras los nefastos años que rodearon a la Guerra de los Pedros, el crecimiento demográfico sufrió sobresaltos como la expulsión de los moriscos (1610), que terminó con algunas aldeas del partido de Alcañiz, y otras como Benatanduz, anexionada a La Cañada, más adelante Cañada de Benatanduz. Hubo otras epidemias, como la de peste que supuso el fin de Otón mediado el siglo XVII, las guerras del XIX, pero la población evoluciona en general al alza hasta llegar a la crisis demográfica que comenzó hace un siglo: la provincia pasó de 265.908 habitantes en 1910, a 136.977 en el último censo de 2016, prácticamente la mitad.
Esto hizo que, especialmente en torno a 1970, un puñado de municipios fuesen agregados a otro vecino, aunque siguiesen como pedanías o barrios. Remitiéndonos al nomenclátor, a lo largo del siglo pasado quedaron despoblados, además de los citados Cañigral y Gasconilla, Mas del Labrador (Valjunquera), Santolea (Mosqueruela) y Escriche (Corbalán); este último ni siquiera figura en el mismo como entidad de dicho nombre. Se da la insólita circunstancia de que Escriche llegó a ostentar el rango de “villa”, frente al modesto “lugar” que era el pueblo al que sería anexionado antes de desaparecer.
En 2001, al iniciarse el siglo XXI, Rudilla (Huesa del Común) y Rambla de Martín (Martín del Río) contaban con cuatro vecinos censados, pero en el nomenclátor de 2016 no hay ninguno, por lo que podrían considerarse los últimos despoblados de la provincia, una lista que, desgraciadamente, tiene visos de aumentar en los próximos años.
No quiero terminar sin resaltar la magnífica la labor investigadora de entidades y asociaciones culturales de la provincia, que nos permite localizar y documentar los despoblados de sus áreas de influencia. Trabajos publicados por el Instituto de Estudios del Jiloca (Calamocha), Instituto de Estudios Turolenses, El Hocino (Blesa), Trassiera (Loscos), Grupo de Estudios Masinos (Mas de las Matas), Castillo de Peñaflor (Huesa del Común), CRA Goya (Ojos Negros) etc., son fácilmente accesibles por internet y una joya a la hora de conocer nuestro pasado más remoto.
Barrio de Las Eras, en Alcaine (turismoaragon.org).



LOS DESPOBLADOS DE TERUEL, UNA HISTORIA DE HAMBRE, PESTE, GUERRA Y CRISIS (I)


 Los primeros despoblados medievales tras la reconquista, o quizá durante la misma, podrían ser los que cita, en 1269, Jaime I al conceder al Consejo de Teruel autorización para repoblar una serie de lugares; algunos como Camarena o Mosqueruela lo fueron, pero enumera otros de los que nada se ha sabido después: Atorella, Salamanca, Turiles... Ninguna pista he encontrado sobre su ubicación, solo que pertenecían a la Comunidad de Teruel, cuando por sí sola ocupaba casi la mitad de la actual provincia, con un centenar de aldeas.
Hambre, peste, bandolerismo y la Guerra de los dos Pedros (1356-1369) hicieron que el siglo XIV y el siguiente fuesen catastróficos para la demografía provincial, y es el periodo en que más poblaciones desparecieron, siendo ssu términos agregados o repartidos entre los del entorno.
Según la crónica de la Provincia de Teruel de Pedro Pruneda, que se inscribe en la gran obra Crónica General de España (1866), en el partido de Teruel quedaron despoblados a causa del conflicto entre castellanos y aragoneses: Abuán, Alcamin, Alcaria de Bellestar, Buaman, Burel, Cañada de García López, Castellón de Cabras, Gazapos, Cuevas de Rocín, Fozla, Gallel, Gasconella, Guidal, Hornos, Malezas, Monta, Pedra Salz, Puerto de Escaviella, Vallidán, Fuentes de García, Rora, y Villar de Menga.
No todos quedaron inmediatamente despoblados y algunos resurgieron con otro nombre. Gasconella (Gasconilla o Las Gasconillas) siguió como una aldea de Teruel capital, junto a las posiblemente posteriores San Blas y Villaspesa, y no quedó despoblada hasta los años 60 o 70 del siglo pasado. Algunos estudiosos sostienen que Castellón de Cabras es Castel de Cabra; localidad que renacería con el nombre de Cabra, tomando el actual posteriormente
Cuevas de Rocín, opinan ciertos autores, se corresponde con Cobatillas, que se incorporó a Hinojosa de Jarque en 1971. Petra Salz, dice una teoría, evolucionó a la actual Peracense; el castillo tenía a sus pies otra aldea llamada Villeta; en la parroquia se conserva la imagen medieval de una virgen que debió ser de la iglesia de dicho despoblado. Y Guidal parece ser Gúdar.
Herrera y Mierla se agregaron a Ojos Negros, en cuya formación también participaron otras dos antiguas aldeas, Fornillo y Pozuelo. En Gallel (Alba) sus salinas siguieron funcionando hasta que en el siglo XVIII ordenó su cierre el rey Carlos III.
Abuán fue repartido entre Cella, Caudé y El Campillo, y Alcamín pasó a Villalba Alta, que a su vez se agregó a Perales del Alfambra en 1972.  
De otras pardinas no he encontrado ni rastro de sus vicisitudes o localización: Buamán, Burel, Gazapos...

EL VALIOSO TESTIMONIO DE JORDÁN DE ASSÓ

Cualquiera que se interese por las pardinas se encontrará con el listado de Jordán de Assó (Historia de la economía política de Aragón 1798), la mayoría ya despobladas en 1495. Y no se limita al partido de Teruel, también el de Daroca, el de Alcañiz y el de Albarracín. Según Assó, Albarracín no solo carecía de despoblados, sino que nacían aldeas nuevas, como Griegos, Guadalaviar, Toril, y Masegoso. Hoy no podemos decir lo mismo; pues aunque nunca alcanzó la categoría de municipio, El Cañigral quedó despoblado a finales del siglo pasado, como ocurrió con Gasconilla.
Asso suele decir a qué términos fueron agregadas las pardinas, que son el grueso de las que figuran en el listado. Hay otros más recientes, de la Gran Enciclopedia Aragonesa y de la Wikipedia. Muchos despoblados los he desechado por figurar tan solo en una de las dos últimas listas y no encontrar ningún otro rastro, por ser claramente errores, como pardinas documentadas pero adjudicadas a otro pueblo, núcleos que nunca pudieron considerarse una aldea. etc.