Castillo y ruinas de Pradas, en San Agustín (Javier Solsona) |
Testigos de la existencia de
aquellos remotos despoblados son sobre todo las ermitas, algunas de gran
renombre y predicamento en sus comarcas, y a menudo cuidadas y objeto de
peregrinación anual tras la desaparición del pueblo o de sus habitantes.
También hay masías, ruinas, restos de muros (la palabra “pardina” procede de “paredes
ruinosas”), y hasta castillos o vestigios de éstos, pues hubo aldeas que desaparecieron
al perder la fortaleza de la que dependían su valor estratégico.
Esta es una teoría sobre el origen de San Agustín, fundada por que fueron pobladores de Pradas, donde hay ermita y rastros de
un castillo. Aunque según otra inmigraron desde La Jaquesa, puesto fronterizo con Valencia, cuyas ruinas todavía existen,
y bautizaron el asentamiento con el nombre del santo patrón de su lugar de
procedencia. Hay una cierta tradición oral sobre la desaparición de algunas aldeas, pero sin constancia documental.
A falta de restos tangibles,
la toponimia puede indicar dónde estuvo alguno de los despoblados desconocidos:
fuente y barranco Malezas, monte Abuán, corral de Los Franchones, cantera Peña Calva, sabinar del Villarejo...
Resulta sorprendente el caso de Pelarda, agregado a Olalla (hoy pedanía de Calamocha) en el
siglo XIV, pues no solo se conserva un santuario sobre la que debió ser su
parroquia, sino que sobrevive su cofradía ya documentada en 1394, la de la “Virgen
de la Pelarda”.
Mierla, despoblado de Ojos Negros (Mercedes Rubio, xiloca.org). |
Tras los nefastos años que rodearon
a la Guerra de los Pedros, el crecimiento demográfico sufrió sobresaltos como
la expulsión de los moriscos (1610), que terminó con algunas aldeas del partido
de Alcañiz, y otras como Benatanduz,
anexionada a La Cañada, más adelante
Cañada de Benatanduz. Hubo otras
epidemias, como la de peste que supuso el fin de Otón mediado el siglo XVII, las guerras del XIX, pero la población
evoluciona en general al alza hasta llegar a la crisis demográfica que comenzó
hace un siglo: la provincia pasó de 265.908 habitantes en 1910, a 136.977 en el
último censo de 2016, prácticamente la mitad.
Esto hizo que, especialmente en
torno a 1970, un puñado de municipios fuesen agregados a otro vecino, aunque
siguiesen como pedanías o barrios. Remitiéndonos al nomenclátor, a lo largo del
siglo pasado quedaron despoblados, además de los citados Cañigral y Gasconilla, Mas del Labrador (Valjunquera), Santolea (Mosqueruela) y Escriche (Corbalán); este último ni
siquiera figura en el mismo como entidad de dicho nombre. Se da la insólita
circunstancia de que Escriche llegó
a ostentar el rango de “villa”, frente al modesto “lugar” que era el pueblo al
que sería anexionado antes de desaparecer.
En 2001, al iniciarse el siglo
XXI, Rudilla (Huesa del Común) y Rambla de Martín (Martín del Río) contaban
con cuatro vecinos censados, pero en el nomenclátor de 2016 no hay ninguno, por
lo que podrían considerarse los últimos despoblados de la provincia, una lista
que, desgraciadamente, tiene visos de aumentar en los próximos años.
No quiero terminar sin resaltar
la magnífica la labor investigadora de entidades y asociaciones culturales de
la provincia, que nos permite localizar y documentar los despoblados de sus
áreas de influencia. Trabajos publicados por el Instituto de Estudios del
Jiloca (Calamocha), Instituto de Estudios Turolenses, El Hocino (Blesa),
Trassiera (Loscos), Grupo de Estudios Masinos (Mas de las Matas), Castillo de
Peñaflor (Huesa del Común), CRA Goya (Ojos Negros) etc., son fácilmente
accesibles por internet y una joya a la hora de conocer nuestro pasado más
remoto.
Barrio de Las Eras, en Alcaine (turismoaragon.org). |
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